martes, 4 de noviembre de 2008

Unos días en Salobreña

En el puente de Mayo nos decidimos a aventurarnos por tierras granainas, tierras que nos recibieron con los brazos abiertos. Estuvimos en Salobreña, municipio situado en la parte centro-oeste de la costa granadina, en la provincia de Granada, Andalucía (España). Limita con los municipios de Los Guájares, Vélez de Benaudalla, Motril, Almuñécar, Ítrabo y Molvízar. Este municipio, a orillas del mar Mediterráneo, lo componen tres núcleos de población: Lobres, La Caleta-Guardia y Salobreña. El núcleo principal de población está enclavado en una roca coronada por un castillo árabe. En su término municipal desemboca el río Guadalfeo (sacado de la wikipedia).
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(Imagen de Vacaciones España)
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Cuando uno escarba en la red en busca de información sobre este lugar se encuentra con cientos de páginas para investigar y sorprende, por ejemplo hechar un vistazo a la historia de la villa. Se cree que el primer asentamiento estable se dió en la Edad de Bronce, pero no se fundó como villa hasta la llegada de los fenicios, con el nombre de Salambina. La villa toma mucha más relevancia con la llegada de los musulmanes, que la bautizaran como Xalubania y después como Salubiniya, por sus fuertes luchas internas tanto contra la ocupación de Abderramán III como por las rivalidades entre nazaríes y benemerines. Los árabes usan Salobreña como bastión para visitantes incómodos, alojando a éstos en el castillo-prisión que domina el pueblo en lo alto. El gobierno árabe duró hasta el 20 de Diciembre de 1490 cuando, tras la Reconquista a manos de los Reyes Católicos, se nombra al primer cristiano alcaide de la fortaleza, Francisco Ramirez (sacado de este pdf donde, naturalmente, pueden leer mucho más de su historia)
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(Imagen de en Salobreña)
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Cuando llegamos allí nos encontramos con un pueblo masificado que estaba preparando la Fiesta de la cruz, evento típico de Andalucía (3 de Mayo). A pesar del gentío es un pueblo que invita a pasear tanto por sus empinadas calles como por su paseo marítimo, llano y largo, tanto que te lleva a Motril como no te canses de andar. Impresiona la cantidad de bares que tiene, pero se agradece, toménse un aperitivo, el vermú, y me cuentan, pocos sitios encontrareis con semejante calidad.
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Es un lugar ideal para desconectar del infernal agobio de las grandes urbes y homenajearse con sus deliciosos platos de pescado, ¡menudas merluzas y lubinas!, ahh y el marisco...
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Nosotros nos alojamos en el hostal Jayma, recogidito, muy céntrico y baratillo, con unas habitaciones grandes pero sin cafetería y solíamos visitar un bar en la playa del que no me acuerdo el nombre pero si que tenía a los Picapiedra decorando la fachada y a un camarero increiblemente parlanchín que te amenizaba mientras te servía. Las ganas de hablar que tienen los andaluces es algo que siempre descuadra a los habitantes de tierras más norteñas, al menos a mi.
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Recordaros que Granada y su Alhambra están a escasos 60 km. de Salobreña por lo que cinco o seis días por aquellas tierras pueden ser increiblemente productivos.

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